miércoles, 30 de abril de 2014

IL...

Habrá días en los que no me soportes, que odies mi mal humor y que aborrezcas mis celos, incluso habrá momentos en que me odies, pero recuerda que esa chica que nunca estará conforme te dará besos en cada esquina de la ciudad, y en cada farola, y en cada portal.
Te dará mil abrazos de esos que da ella, esos que intenta apretar muy fuerte y sólo consigue hacerte reír. Te regalará una sonrisa cada segundo del día y te hará más feliz de lo que nadie te hizo nunca. Te pedirá perdón por las veces que no se soporta ni ella, y odiará sus celos incontrolables que te hacen enfadar. Sabrá cómo hacer que te enamores de sus defectos, de sus manías tontas y de sus detalles bonitos. No podrá dejar de mirar tus ojos, esos que le vuelven loca cada mañana y disfrutará cuando te enfades hasta que la llenes de besos sin querer...

Bésame mucho.

Cuando nos reímos utilizamos quince músculos de la cara; aunque no nos demos cuenta, quince músculos se mueven a la vez. Cuando gritamos usamos trece músculos, y cuando andamos en bicicleta, nueve. Al parecer, cuando besamos a alguien es cuando más músculos se mueven: treinta y cuatro; existen muchas clases de besos: besos de pasión, besos de amistad, besos que no dicen nada y otros que lo dicen todo, quizás por eso un beso signifique tantas cosas, porque después de darlo no es necesario hablar, está dicho todo.

¿Quién soy?

Soy ese tipo de chica que tiene que tener la última palabra, que si quiere puede ser la mejor persona, y también la peor. Soy caprichosa y a veces bastante borde. Odio madrugar los sábados, y acostarme muy temprano los viernes. Odio tener que repetir una y otra vez las cosas, pero en cambio me encantar que me las repitan. Necesito sentirme siempre querida, y soy cariñosa, me encanta dar besos y también necesito que me den uno cada día. Soy de las que se pasaría la vida entera llorando cada vez que veo una película de amor, de esas historias tan bonitas donde todo es perfecto... Soy de esas que se ponen a dieta y no duran ni horas. No me gusta para nada que me hagan daño, pero a veces lo hago yo. Detesto esperar, por eso procuro levantarme antes para que no me esperen a mí. Soy de las que podría vivir perfectamente sin reloj, es más, me encantaría vivir sin él. Puede que a una hora me veas la persona más feliz del mundo y a los cinco minutos tenga ganas de llorar. También soy de esas que les cuesta muchísimo dar el primer paso, de las que les tiemblan las manos con cualquier cosa. Soy de las que luchan por lo que quieren y no paran hasta conseguirlo. Nunca me decido por nada, un día quiero una cosa y al día siguiente puedo querer todo lo contrario. Puedo tener millones de defectos, pero no soy de las que se rinden fácilmente, soy de las que siguen adelante y no tiran la toalla. Me encanta escuchar canciones tristes y pensar que podría estar peor. Soy lo más pesimista del universo. Odio los lunes y soy fans de los viernes. Me encanta hacer reír a la gente. Soy demasiado confiada con desconocidos y muchas veces desconfío de mi gente. No soporto que mi madre me diga lo que puedo o no puedo hacer. No tengo pájaros en la cabeza, tengo un palomar entero. Soy una mentirosa compulsiva, pero me puede la conciencia y acabo confesando, no aguanto más de dos horas enfadada con alguien y puedo llegar a ser la persona más falsa del mundo, si me lo propongo, pero no me gusta serlo. Me preocupo demasiado y me rallo por cualquier cosa. Pero si hay algo que de verdad me gusta, es cuando me miras y sonríes.

martes, 29 de abril de 2014

Esa sonrisa...

Es curioso cómo siempre consigue arrancarme una sonrisa. No puedo evitarlo, se me dibuja en la cara sola. Y mejor todavía, me ilumina el corazón. Hay sonrisas falsas, que sólo manipulan el rostro. Pero no consiguen engañar a nadie, la sonrisa de verdad no se ve en los labios. Se ve en los ojos, que brillan de repente. Es extraño; por muy mal que vayan las cosas, por mucho empeño que ponga yo en estar enfadada o triste, siempre aparece esa sonrisa. Siempre aparece esa persona que consigue arrancármela. Que consigue robármela. Y hacía mucho que no sonreía de esta manera. Hacía mucho que los motivos para estar serie eran mucho más fuertes, hacía mucho que nadie conseguía derribar mi protección a prueba de robos. Y ahora ya no estoy segura de si ha vuelto la sonrisa o me la han robado. La cuestión es que me gusta sentir esa luz en mis ojos. Me gusta sentir el corazón brincando en el pecho. Y me gusta sentir que vuelve a haber un siempre. Aunque para mí el siempre no es más que un continuo por ahora. Pero hay que ver cómo me gusta este por ahora. Cómo me gusta mi sonrisa, ¡y la tuya!

Felicidad.

-¿Eres feliz?
-¿Lo dudas?
-¿Cómo puedes estar tan segura?
-Porque eso es algo que se nota, que se siente. Se puede ver en la sonrisa que cada día llevo pintada en la cara. Se puede apreciar en las risas que suelto a lo largo del día. No me preguntes por qué, porque esto es algo que no tiene una explicación. Es una sensación que invade todo tu cuerpo, todos esperan poder encontrarla, sin darse cuenta que lo que más feliz te hace es el camino hasta ella, porque una vez la haya encontrado tan sólo durará unos segundos o tal vez minutos. Disfruta la vida segundo a segundo, no desperdicies el tiempo. Porque el tiempo una vez que se va, no vuelve. Como muchos dices, hay que vivir el hoy y el mañana, porque la vida sólo son dos días.

lunes, 28 de abril de 2014

Lo que Disney nunca nos contó de sus princesas...

Las historias de Disney, las de príncipes azules valerosos y luchadores y princesitas de cabellos dorados dulces como la miel... siempre terminaban con un final feliz.
Lo que nadie nos contó es lo que pasaba al bajar el telón y que salieron el "FIN".

Nada más despertar a la mañana siguiente, cuando la princesa y el príncipe se levantaran, la realidad podía haber cambiado enseguida, porque al fin y al cabo... ya no estábamos viéndoles y no tenían por qué fingir...

Que se lo digan a Blancanieves...
Que se pasó todo el cuento encargándose de arreglar la casa de los 7 enanitos, de tenerlo todo listo y preparado para cuando ellos volvieran del trabajo. Que vaya esclava que era la pobre, todo siempre arreglado, precioso y perfecto y ella siempre con una sonrisa en la cara... con tal de que todos estuvieran contentos. Cuando encontró al príncipe que ella pensó que la sacaría de allí y decidió marcharse con él, quizá pensó que las cosas iban a ser diferentes con un príncipe... pero la historia se siguió repitiendo, y Blancanieves se pasó la vida arreglando la casa del otro, criando churumbeles en lugar de enanos, amargada de no poder salir, mientras su maridito, que no quería dejar de ser el príncipe de su casa, tenía tooodas las comodidades al alcance de su mano. ¡Pobre Blancanieves! Dejar de ser esclava de 7 enanos para pasar a serlo de un comodón!


¿Y la Cenicienta?
Nunca nos contaron qué pasó cuando ella y el príncipe se casaron, después de que consiguiera calzarse con todo el sufrimiento del mundo ese maldito zapato de cristal (que incómodo tiene que ser un rato) y hacer como que andaba perfectamente sobre su taconazo, todo con tal de ser la elegida... En cuanto se quitó los malditos zapatos, se puso una ropa cómoda, e intentó ser ella misma, el príncipe comenzó a buscar otras princesitas con las que irse de fiesta, porque... reconozcámoslo, al chico lo que le gustaba no era ella, sino su apariencia de perfección... ¡Pobre Cenicienta! Acabó alcoholizada yéndose de bares donde nunca más encontró ningún príncipe...


¿Qué pasó con La Bella?
La maravillosa Bella sí que era guapa. Era la más preciosa de todos los cuentos.
Qué más daba si él era una bestia inmunda... Los cuentos nos enseñan que por muy bestia que uno sea, siempre habrá una chica maravillosa y perfecta que lo deje todo por estar con él. Qué más da cómo fuera, pensara o se comportara ella... lo único importante de ella era su belleza.
Así, la pobre Bella fue viendo cómo todo el mundo la valoraba sólo por su aspecto... y por nada más. Pero el tiempo iba pasando, los años iban cambiando su aspecto y Bella iba envejeciendo... Tan presionada como estaba de tener que ser siempre "la más bella", y creyendo que eso era lo único que importaba, tuvo que entrar en quirófano una y otra y otras y ooootra vez... Todo con tal de que los demás la siguieran aceptando. ¡Pobre Bella! ¡Nunca se pudo dar cuenta de que lo más bonito de ella no estaba por fuera!



Siempre nos dijeron "que fueron felices y comieron perdices". Pero jamás nos contaron esta "continuación" de los cuentos...
Aceptémoslo. Ninguna de nosotras somos princesas. No podemos ser perfecta, maravillosas y eternamente bellas. No podemos ser siempre dulces, hacerlo todo por los demás y creer que vivimos en un cuento. No podemos quedarnos a esperar que ningún príncipe maravilloso nos salve.
Tampoco existen los príncipes. Podemos pasarnos la vida intentando encontrar al príncipe azul perfecto que nos colme de felicidad... que todo lo que vayamos besando por el camino serán simples ranas. Porque la perfección no existe.

Porque los príncipes y las princesas son "de cuento", ¡de mentira!, no de realidad.

Así que tú, ¿qué prefieres buscar? ¿Un príncipe de mentira o un chico real?
¿Nos quedamos con el final que "nos venden", o intentamos que nuestros cuentos sean diferentes a estos?

Valores de las princesas Disney...

Una amiga me envió hace poco esta imagen, que, claramente, refleja, en muy poquitas frases, los valores que se transmiten en los personajes-princesas de Disney. Puedes pensar que no son más que "cuentos", y que estas cosas a ti no te influyen, pero ¿por qué crees que estos "valores" (o contravalores) siempre se los otorgan... sólo a las chicas?

Para muestra...


¡Qué daño nos está haciendo whatsapp!

"Sábado noche en casa. Hoy no salgo porque estoy con un gripazo terrible y me he quedado en la cama. A las 2:09 de la mañana empiezan a sonar "cuack, cuack, cuack" en mi móvil (sí, tengo un pato como sonido). Ya me conozco el sonido, son whatsapps... seguro que de alguna amiga que me está buscando. Bah, paso de mirar. A las 3:15 suena otra vez, me despierta, y entre el ojo legañoso y el dolor de cabeza que tengo me pregunto por qué demonios lo habré silenciado. Ya me vale. Entro en la aplicación para quitar las notificaciones y que me dejen de molestar, y me vuelvo a tapar hasta arriba.

Me levanto a las 8:03 con la cabeza congestionada, la almohada llena de babas y ganas de ir al baño. Lo primero que hago es coger el móvil (sí, reconozco que estoy un poco viciada, es lo primero que hago nada más despertar). Entonces veo lo que ha estado pasando mientras yo dormía como una marmota a 39º.

3:31 Así que estabas mala, ¿no? ¿Qué hacías conectada?
3:31 No te hagas la tonta, te he visto.
3:32 ¿Con quién estabas hablando?
3:33 Contesta, sé que te llegan mis mensajes.

Y sí, efectivamente me llegaban sus mensajes, ¡¡¡pero no los había leído!!! Que es cuando piensas... ¡mierda!

¿Es una mierda whatsapp? (Me pregunto...)

Esto me recordó aquella mítica discusión que tuvimos por una puñetera palabra hacer una semana. 

12:40 ¿Qué tal el día guapa? ¿Bien? Acabo de salir de la reunión
Que yo estaba en la calle, de camino a una cita de trabajo, llovía a mares, llevaba el paraguas y los dedos se me descuajeringaban entre las teclas. Logré decir un...

12:46 Bien.
...sujetando el paraguas con el sobaco, mientras miraba el semáforo y seguí corriendo porque llegaba tarde. Guardé el móvil nada más entrar a mi cita, y no llegué a poner más. ¡Pues ya se montó el follón! Que si cómo que sólo bien... que si qué arisca estoy, que si qué me pasa, que si no estoy igual que antes, que si ya no le hago caso... y bla, bla, bla..."


La vida era más sencilla cuando no teníamos whatsapp. Cuando no contestabas un sms porque no te venía bien en ese momento (¡¡¡o no querías!!!) y nadie se lo tomaba mal, cuando no había ningún sistema controlador que dijera con minutos y casi segundos si estás conectado/a, o no, has entrado a leer un mensaje o te conectaste la última vez a las 6:27h. (que cualquiera lo mira y dice "mira a qué hora se ha acostado, qué estaría haciendo...") o lo que es peor, los malditos celos que desencadenan ese vivir online, tener que contestar en el momento (o que le siente mal), y que a veces ni siquiera funciona bien lo de la última conexión...

¡O el doble check! Esas inocentes uves dobles verdes que parece que indican que se leyó el mensaje... ¿o no? Veamos un ejemplo de la situación que puede desencadenar el "todolosabe" Doble Check:




Con más de 350000 reproducciones, este vídeo arrasó en las redes sociales. Pero lo que a mí más gracia me hace (aparte del vídeo en sí), es el comunicado oficial que hizo Whatsapp en el mes de mayo confirmando que el Doble Check no significaba que el mensaje se hubiera leído, sino sólo que el mensaje se había entregado en el dispositivo del receptor. Y punto pelota. Y para que tengan que hacer "un comunicado oficial sobre ello", es que la cosa... trae tela.



En fin, esta nota confirma que el Doble Check no es Dios, y aunque por supuesto, cada quien cree en lo que quiere, confiar en la palabra de la pareja más que en una marca verde, podría ser una opción también (digo... si queremos que la cosa vaya bien...)

Pero no sólo Doble Check puede ser motivo de desconfianzas, conflictos y celos en las parejas. El mensajito "Última vez a las..." que indica la última hora y minuto que hicimos aparición por la app, también puede ser desquiciante. Porque si mandaste un mensaje a las 12:11 y su "última vez" fueron las 14:02, pero no te ha contestado... aaaaaay, que se ha conectado y no ha contestado. Y es que muchas personas lo usan como "termómetro" del interés de su pareja y "si su última vez es conmigo, entonces es que le importo"...




...Peeeeeero, por la misma regla de tres... si su última vez fue un rato después de hablar contigo... ¡¡zas!! eso automáticamente significa que me la pega y tiene alguien más especial a quien decirle buenas noches y mandarle un beso con corazón. (No el que sólo manda beso, no, a "otro/a" se lo mandará con corazón y a ti no).

¡Y todo eso se concluye sin haber hablado con tu pareja, sin haber confirmado nada y sin haber VISTO (remarco la palabra visto por si no queda claro) nada más que un puñetero "Última vez hoy a las 00:13"! En fin, suficiente información no contrastada para darle vueltas al coco, desconfiar y montarle el lío por ti mismo.

El caso es que esta opción, la de mostrar le última vez tampoco confirma que se esté hablando con nadie. Cuando entras para escribir a alguien, la aplicación lo mostrará, pero también cuando entras para ver un mensaje que te había llegado antes y sales inmediatamente sin hablar con nadie, también cuando entrar para mirar a qué hora habías quedado mañana, cuando simplemente entrar a recordar una conversación pasada... Tantas opciones... Todos nuestros movimientos quedan registrados, incluso si ha sido un error y le diste al botoncito verde en lugar de a la aplicación de al lado, whatsapp lo registrará, y (¡atención!) todas las personas que tengan tu número... ¡¡también!! Y ese es el problema, que con tener tu número, quien quiera te podrá "vigilar", saber cuándo te conectaste, y, si tienes la costumbre de mirarlo justo antes de acostarte, saber a qué hora te fuiste a la cama anoche. ¿No es maravillosa la tecnología? (sarcasmo).

Sin embargo, existe la opción de no mostrar la última conexión, es decir, de quitar al demonio controlador de la última hora para que nadie te vigile. La cuestión es que quitarlo... también significa no poder ver la última hora de conexión del resto de la gente. Y eso... ejem ejem... igual no satisface tu curiosidad cotillil, ya sabemos que nos gusta más cotillear que que nos cotilleen ;) Pero puede ser una opción... ¡para quien pueda y se atreva!

De hecho, hace un par de meses, hubo un día completo en que whatsapp no mostraba la última conexión. Ese día me imagino a miles de personas comiéndose las uñas hasta el codo por los nervios de no poder ver la última hora que se conectó cierta persona o personas. Lo de con las uñas comidas me lo imagino yo, pero igual no ando demasiado desencaminada, como indican los mensajes que en ese momento ocupaban twitter por múltiples cuentas que si "han quitado la última conexión! ¡Que vuelva la última conexión!"...



12.969 personas (vamos, unas 13.000 y seguro que más),
se desquician si les quitan la info de la última conexión.


Total, que nuestras vidas y confianzas se desquebrajan a veces por tonterías (o por inseguridades, si me pongo en mi rol psicóloga). Malentendidos que pueden ocurrir con cualquier persona que tengas en el listado de amistades, con parejas, exs, amistades y compañeros varios... Y todo por creernos más lo que nos dice una pantallita que una persona, o mejor dicho, porque a veces miramos más a la pantalla... que a la persona que tenemos delante.


Y es que sólo hace falta echar un vistazo en el metro, por ejemplo, y veremos gente con el cuello para abajo mirando la pantallita del móvil, bip bip y bip bip sonando, y otros/as, inquietos esperando a ver si reciben una contestación. ¡Qué locura!

Si todo esto te ha hecho pensar un rato... piensa en unos motivos para no discutir por whatsapp (que hay muchos), plantéate dejar de mirar al móvil y levantar los ojos a la realidad aunque sea por un momento, piensa en desconectar un ratico de las redes y atender a esa gente que está delante, salir un rato a la calle sin mirar al móvil... Plantéate también que no estás obligado/a a contestar en el momento inmediato, que quien se lo toma a mal, tiene un problema de confianza... y sobre todo... que lo que haga nuestra pareja siempre será más importante que lo que digan dos palabras en whatsapp ¿o ya no nos acordamos de lo que significan los actos? ;)

Pero ojo con echar la culpa a whatsapp de todo esto. La tecnología no hace nada... que nosotros no queramos hacer.

Yo desconecto un rato. Disculpen si no respondo, pero es que tengo "la manía" de hacerlo sólo cuando quiero. Besitos sin corazón.

¿Puede una "empacharse" de amor?

No dejo de pensar en esto últimamente.
Porque de la idea de amor dulce, bueno, ideal, estupendo que tenemos en la cabeza, al... "amor" que algunas personas viven a veces hay mucha diferencia. Y porque hay quien llama "amor" a algo que no lo es, y se empeña en que lo sea, como si por repetírselo mil veces se fuera a convertir. "Quiéreme, quiéreme, quiéreme..." puedes repetirle mil veces... pero por repetirlo veces y veces, meses y meses, años y años... ¿crees, de veras, que lo conseguirás?

Últimamente me encuentro con muchas chicas "empachadas de amor". Las que me escriben whatsapps, vienen a mi casa o me encuentro en actividades varias... Tienen un punto en común:
¡Están empachadas pensando todo el día en él!

Empachadas preguntándose:
¿Qué querrá él?
¿Qué tengo que hacer para gustarle?
¿Le habrá sentado mal lo que le he dicho?
¿Si no hago esto, dejará de quererme?
¿Por qué no me quiere?
¿Cómo consigo que me quiera?
¡Quiero que me quiera!

Él, él, él él. La espiral se centra en lo que quiere, lo que busca, lo que desea, lo que espera de ti, lo que le encaja bien y mal de ti, pero siempre piensas en él. Y mientras, no puedes dormir. Y estás en clase, pensando en él. Y estás trabajando, pensando en él. Y estás con tus amigas y tu mirada perdida se va a pensar en él. Y estás sola en tu cuarto y todo el tiempo lo dedicas... en pensar en él.
Y si tanto te preguntas lo que quiere él, de lo que no te das cuenta, lo que estás olvidando, lo que poco a poco y casi en silencio vas dejando atrás es que te respondas la siguiente pregunta:
¿¿Qué es lo que quieres TÚ??

Quizá no te lo hayas preguntado nunca. Quizá nunca te hayas hecho todas esas preguntas a ti misma. Quizá, de hecho, no sepas ni responderlas, ni sepas qué es lo que quieres en el fondo. Porque nunca jamás te lo hayas preguntado.

Eso, es un síntoma del "empacho de amor". Piensa si te pasaste con la dosis de ilusión y mariposas en el estómago y no estás viendo la realidad porque te ciegas. Mira a ver si te estás metiendo en una lucha sólo por la emoción de la lucha, y no estás escuchando lo que tu cuerpo te dice. Comprueba, al menos alguna vez, si esa relación o ese intento, te trae algo bueno, te da buenas sensaciones... o todo lo que te trae es la angustia de hacerte preguntas sobre él, él, él. Porque en una relación, él es importante. Pero tú también (Y, eso, a veces se te olvida).

Y cuando esa pregunta sobre "él" sea ¿cómo consigo que cambie?...
Ay, amiga... No te engañes. Esa pregunta se la han hecho millones de personas "empachadas de amor" y nunca le encontraron solución. Las personas cambiamos cuando queremos cambiar. Sólo cuando uno o una misma es la que quiere cambiar.

Tu amor no le cambiará si él no quiere, por mucho que subas a tope el nivel y le superquieras hasta casi quedarte tú sin aliento y a punto de vomitar.

Cambiará él ¡¡¡sólo si quiere él!!!

Así que si te has hecho esa pregunta alguna vez, plantéate hacerte alguna vez esta otra:
Y si él no quiere cambiar... entonces, ¿qué quiero yo?

Porque el amor a veces trae cosas buenas y otras no tantas. Requiere esfuerzos, diálogo, comunicación y a veces perdón. Sí, no todo es color de rosa en el amor, por supuesto. Y tendrás que esforzarte a veces. Pero él también. Ese es el punto a recordar. Si te das cuenta de que este "amor" sólo te trae angustia, insomnio, intranquilidad, inseguridad, sólo te trae preguntas sobre lo que él quiere y te olvidas de lo que quieres tú, quizá te estás pasando con la dosis que le das. Quizá no quieres darte cuenta de que igual esa cosa... no puede salir adelante. Quizá te estás olvidando de que en la ecuación de tu pareja, también existes tú, y no te has parado ni a escuchar cómo te siente.

Recuerda que todo, hasta lo más dulce, en dosis demasiado altas te puede intoxicar. Y que más vale buscar un amor que traiga alegría... que uno que traiga pena. Porque el amor que vale la pena es aquel que te hace feliz (a ti también, sí, ¡a ti también!). Píntate esta frase en un lugar para que no la olvides:
¡¡QUE EL AMOR VALGA LA ALEGRÍA, NO LA PENA!!

Es complicado... el amor en los tiempos de facebook.

El amor puede ser... muy complicado.
Todo el mundo conoce a alguien que se enamoró de quien no le hacía caso, algún amor imposible llevado al extremo, o esas parejas que rompen estrepitosamente y todo el pueblo se entera al momento. Situaciones difíciles tiene el amor mil diferentes... Pero desde que existen las redes sociales y los smartphones en nuestras vidas... ¡todavía más!

Empecemos por lo primero...
¿Por qué sino iba a tener Facebook un estado sentimental que se llama "es complicado"?
Que me he preguntado muchas veces qué puede significar ese "titulito" en nuestro perfil...
¿Nuestra relación es difícil... pero lo vamos a conseguir?, ¿Estoy contigo pero no te soporto y por eso es complicado?, ¿Estoy pensando en dejarte pero por no decírtelo a la cara lo pongo en facebook?, ¿Estoy contigo y con dos más y me resulta complicado que no te enteres?

¿Quéeeee? ¡Qué complicado puede ser entender el Es complicado!

Porque interpretamos lo que nos da la gana, de verdad. Hace unos meses se lo pregunté a una amiga:
-¿Por qué tienes puesto en facebook "es complicado", si tú no tienes novio, ni novia, ni rollo, ni ná?
-Pues por eso mismo, tía, ¡porque me resulta muy complicado conseguirlo!

Parece un chiste, pero no, lo juro: fue así. Y es que cada cual usa las opciones a su gusto. El problema está en que cada vez hay más gente que envía mensajitos indirectos (o muy directos) a través de esta opción.

Están, primero, aquellas personas que se enteran de que de verdad están con alguien cuando su pareja lo pone públicamente en facebook. De esto que llevaban enrollándose más de un año, pero hasta que la otra parte no va y pone en su casillita "tiene una relación con"... pues como que no parecía de verdad. O de la gente que nos enteramos de sorpresa que están en modo parejita porque lo publican en facebook, como diciendo "Eh, mundo, que estamos juntos" (Foto conjunta incluida en el pack).

Pero también hay gente que no tiene vergüenza, porque oye, si te hace ilusión que el mundo sepa que te has enamorado, puede ser hasta bonito, pero... ¿enterarnos de que rompes con alguien porque lo dices en las redes?

Que hay hay gente que ni se molesta en el típico "tenemos que hablar, no es por ti, es por mí, en el fondo voy a quererte siempre, seamos amigos..." No, es que ya ni se pone delante de la persona en cuestión, coloca un "Ha pasado de tener una relación con Fulanita/o a estar soltero/a" y ¡hala! ¡Ahí te aguantes con la noticia pública! Que te acabas de enterar tú, sus amigos, tus amigos, y los mil amigos de los amigos de los amigos... Vamos, que ya no se entera todo un pueblo, ahora se entera, ¡el mundo enterito en un momento!

Y todo el mundo al mismo tiempo que tú... sin haberlo digerido antes ni haberte reparado para el "tierra trágame", porque enseguida aparecen comentario tipo:
-"¿Cómo?". (Amistad común)
-"¿Qué os ha pasado?". (El medio-conocido)
-"¡Eh, privado! Y cuéntamelo ahora mismo". (Tu mejor amiga)

Ay, ay, ay... si esto pasa cada vez más es porque estamos metiendo a las redes sociales en el día a día para todo.

Hace un tiempo hablé con un par de adolescentes que vivían ese momento "estamos conociéndonos". Estaban en la misma clase, así que se veían todos los días entre semana. Él me decía que quería decírselo a ella pero no se atrevía, así que le pregunté cómo estaba intentando que se enterara. "Hombre, pues yo... ¡le comento todas sus fotos de tuenti!". Y sí, es cierto, se las comentaba todas, todas, todas. Se pasaba el día dándole al botón "me gusta" hasta desgastarlo, "qué guapa estás por aquí, qué guapa por allá"... "Podía darse cuenta la chica, entonces" podréis pensar. ¿Pero, qué es lo que pasaba? Que en la realidad, en clase, en el día a día... ella estaba intentando acercarse a él y hablarle... ¡y él no se atrevía ni a responderle ni a mirarle a la cara! Los fines de semana se los pasaba rehuyéndola (por miedo), e intentando no coincidir. Curioso... o contradictorio... ¿Pasar el día mirando sus fotos en tuenti de arriba a abajo, y cuando está delante, ni levantar la mirada?

Bueno, la cosa en este caso no sé cómo quedó al final... pero espero que fueran capaces de entenderse porque supongo, que, al fin y al cabo, lo que cualquiera quiere de una relación con alguien será algo más "palpable" que cientos de "me gusta" en las fotos, ¿no? Que sí, que te hacen sentir bien, pero...

Por mucho que parezca "superreal" y te sientas bien, poner un "me gusta", no cuesta más que un click, y escribir "te quiero", pulsar unas teclillas (8 si lo quieres escribir bien y 2 en la versión reducida del tq o tk). Y creerse estos te quieros quizá no sea muy real. Porque hay quien puede hacerlo de forma sincera, no voy a decir que no... Pero en tuenti hay gente que dice te quiero como quien dice hasta luego... "Q wapa, t quiero!" "Luego whatsappeamos, t quiero!". Y oye, si lo repites cada día, y a todo el mundo... pues como que se le quita el sentido a la cosa.

No olvidemos que a veces es importante comprobar si en la realidad... cuando nos desconectamos de las redes, sigue la cosa igual o... se desconecta también el "amor" y no hay ná de ná.

Porque en las redes hay quienes cuentan toda su historia sentimental minuto a minuto. "Me siento la chica más feliz del mundo, no puedo vivir sin ti, te amo, llevo más de cincuenta días de felicidad a tu lado, eres la razón de mi vida..." Y unos días después cambian las cosas y aparece en el estado "jamás pensé que me harías esto, eres la mayor decepción de mi vida"... Lo más curioso es que el ciclo se suele repetir, y entonces, si te pararas a mirar un poquito para atrás, más atrás, más atrás en tu timeline o historial... verías la cantidad de veces que has pensado que había encontrado el amor de verdad, que te diste cuenta de que no lo era, o que te dejó y se te acabó el mundo y te morías, y que después volviste a sentir que llegaba el amor de verdad.

(Conclusión buena que podemos sacar de esto: que parece que no se acaba el mundo de verdad cuando una pareja te deja, oye, sólo era un espejismo).

No olvidemos tampoco comprobar si nuestra pareja nos quiere bien en la realidad, porque no lo hacen aquellas que están todo el día vigilando qué comentas en las redes o echándote en cara celos irracionales como dijimos cuando hablábamos de la "última conexión" y el "doble check" de Whatsapp.
Otro día, si eso, hablaré de esos celos que nos supuran cuando vemos cómo nuestra pareja comenta una foto a "otra persona" o nos enteramos de algo... que no nos teníamos que haber enterado. O de aquellas personas que se funden en un perfil conjunto y todo lo tienen que hacer en 2x1. Porque la realidad es que a veces confundimos tener una pareja con "ser de" tu pareja, y ahí podemos caer en estar dando la información de dónde estás y con quién cada minuto, o que te exijan la contraseña de tu cuenta para confiar en ti.

Porque por si aún no queda claro, o el título de este blog general dudas a quien no sabe de dónde nació... Que tu pareja te controle... no, no debería ser normal. Porque tener pareja no significa que él y ella (o ella y ella, o él y él) no tengan derecho a tener espacios propios y amistades propias. Si eliges una pareja 2x1, habrá 1 siempre bajo control. Mejor poder ser 1+1, y comprobar si los te quiero de la red se dicen... porque el amor ocurre en la vida real y no sólo online.

viernes, 25 de abril de 2014

El amor.

El amor me hizo descubrir una parte de mí que no conocía, me hizo comprender cosas que antes no entendía, aprendí a luchar y dejar ir, aprendí lo que era sentir miedo a perderle, aprendí qué se sentía cuando tu corazón palpita tan rápido que sientes que se te va la respiración, todo causado por una sola palabra. Aprendí lo que es sufrir, aprendí que significaba llorar hasta quedarse dormido, descubrí lo que es desear cosas al lado de alguien, el amor me hizo menos egoísta, cambió algo en mí y no me arrepiento. Puedo decir que puede acabarse el mundo ahora mismo pero moriré con la tranquilidad y la felicidad de saber que llegué a amar de verdad.

miércoles, 16 de abril de 2014

¿Dios existe?


MARAVILLOSAS respuestas para aquel que duda de la existencia de Dios.


¡Que comience la aventura!

Decían que Alicia, el conejo y el laberinto no eran más que un cuento de niños. Yo no creo que haya cuentos para niños ni niños hechos para los cuentos. Los cuentos son, como tal. Son como cualquier historia, para adelgazar las noches y engordar los insomnios y las madrugadas y viajar, sin moverse de la silla, la cama, el asiento del coche o la sala de espera del dentista. Son aquellas historias que te leían antes de dormir. Eso que escuchabas mientras se te cerraban los ojitos, pero tú siempre pedías que acabara, que el príncipe besara a la princesa, que Alicia no regresase del país de las maravillas. Y que no se le ocurriese a nadie saltarse páginas o inventarse el final, que tú, sin saber leer, podías contar el cuento de memoria.
Cada relato marcaba el inicio de algo grande. Servía para que, entre otras cosas, todas las noches te fueses a dormir con miles de preguntas, incógnitas y dudas. Para que pensases. Pero lo más importante era aprender: los cuentos llevan de la mano una moraleja, la cuestión era ponerla en práctica.
Y, a medida que ibas creciendo, esos cuentos lo hacían contigo. Ya no te los leían a la hora de irse a la cama, ya podías leerlos tú. Algunos eligieron ser sus protagonistas y, otros, creyéndose con la capacidad de hacer soñar a los demás, decidieron escribirlos.
Escribir trae consigo salir a la calle, observar, escuchar, asombrarse, anotar y leer. Buscar a los protagonistas, un arranque, un nudo y un desenlace, tal y como son los cuentos. Describir aventuras, historias de lugares fascinantes, conocer a gente que hace de la vida algo grande. Eso es escribir.
Creces soñando. Sueñas, como te enseñaron los cuentos a soñar. Imaginas que alguien te hace un hueco en el que poder expresarte y que otros te lean. Llega ese día y sonríes, porque las oportunidades se merecen más de una sonrisa. Es el momento de trabajar, de guardar bajo llave los lamentos, de pensar que hay que ser mejor, siempre mejor que uno mismo.
Hemos venido a contar lo que pasa ahí fuera. Hacerse pequeño y grande a la vez, sintiendo el orgullo que se siente con las buenas historias, sin olvidar la pena de las malas. Por lo tanto, ¡paren las rotativas! O, mejor pónganlas en marcha. Comienza la aventura.

lunes, 14 de abril de 2014

Semana Santa malagueña.

Suenan los tambores; se afinan las trompetas; las marchas procesionales resuenan en los oídos al compás de los toques de las bandas que dan los últimos ensayos por los rincones de la ciudad. Y el cuerpo, nuestro cuerpo, empieza a moverse despacio al ritmo de los pasos. Fervor o diversión, da igual. Se acerca uno de los momentos grandes del año en Andalucía: la Semana Santa.
Turistas que buscan la tradición y el sabor especial de una Semana Santa que en Andalucía se vuelve arte.
Es Málaga la que reluce al paso de sus tronos. Una Semana Santa que pide a gritos que llegue el Domingo de Ramos para que se lancen a sus calles una algarabía de niños con sus palmas para brindar por la entrada de Jesús en Jerusalén. Una mañana de domingo que se convertirá en fiesta en la ciudad, y que dará el toque de campana para que se alcen los muchos y bellísimos tronos de las Hermandades.
La Semana Santa de Málaga no es sólo oración. Los turistas que vienen a la ciudad se encuentran con una semana de alegría y de fiestas. Porque las calles de Málaga se llenan de gente con marcha. Los bares y restaurantes abren hasta altas horas de la madrugada, que en muchas ocasiones se enganchan con la “madrugá” malagueña, en la que se recibe el nuevo día tomando churros con chocolate. Los hoteles de la ciudad cuelgan el cartel de “lleno”, y la ciudad vive a un ritmo distinto.
Málaga, en esta semana, combina la oración para quienes ven la Semana Santa como una Semana de Pasión, con la diversión para quienes ven en esta semana una semana más de fiestas y vacaciones. Y ofrece, además, el mejor marco posible para unas fiestas tan tradicionales y bellas. Porque no muchas ciudades pueden presumir de tanto patrimonio artístico como las Cofradías de Málaga, ni de tanta belleza en sus tronos, ni de tanta espectacularidad. Porque pocas ciudades pueden presumir de ofrecer en plena calle, desfiles de Legionarios haciendo las delicias del público con sus fusiles, o de desfiles de la Guardia Civil. Porque pocas ciudades pueden ofrecer tradiciones tan arraigadas como la de Jesús El Rico liberando a un preso, o fotografías tan impactantes como el Santo Sepulcro, con la Alcazaba de fondo y un silencio que daña los oídos.
Y es que la Semana Santa de Málaga te ofrece un verdadero cocktail de sensaciones para tus ojos, para tus oídos y para tu corazón. Volverás habiendo disfrutado de las noches malagueñas y la alegría andaluza, y podrás contar que has vivido una de las Semanas Santas más espectaculares de España.
Y en tu recuerdo, para siempre, quedará el Cautivo andando por las calles de Málaga.

jueves, 10 de abril de 2014

¿El amor existe?

¿El amor existe? Le pregunté a varias amigas que opinaban al respecto.
"El amor no existe, ¿acaso tus padres todavía se siguen amando?", me dijo una amiga. A decir verdad, no podía decirle que no.
Un profesor del instituto, nos dijo un día: "Chicos y chicas, el amor no existe, es pura invención".
Intrigada, le pregunté a una señora casada, la cual me respondió: "Solo una vez, hace 20 años... ¡pero te aseguro que por mi esposo no siento amor!". ¡¡Zasca!! Suficiente.

A mis 21 años, todavía no estoy segura de haber experimentado un gran amor. Y esa inquietud me movió a hacer la siguiente entrada.
He querido a mis novios y pasado bellos momentos junto a ellos, pero no pienso que haya sido un pleno amor.

¿Será que mucha gente todavía no descubre el amor como yo? ¿Y será porque realmente no existe? Pues me dediqué a preguntar.
Les pregunté a varias personas que si alguna vez habían experimentado el amor en su vida y cuál había sido la diferencia entre una simple atracción y el amor.
Bueno, varias personas coinciden en que el trato de la otra persona es fundamental.
Una amiga me decía que te pasas todo el día pensando en esa personita especial.
Otra me decía algo interesante: que después de darse cuenta de la atracción que sentía, aterrizaba sus sentimientos y se preguntaba si estaba dispuesta a vivir con esa persona y tolerar sus defectos. Si era capaz de aceptarlo, era amor. Sino, no...
"¡Te das cuenta de que no es amor cuando no tienes ganas de besarlo!". Me decía otra.
Y muchas personas coincidían en que no era fácil definir el amor. Muchas chicas coincidían en que era una sensación, de adentro, que se sentía en el pecho y el corazón.
Una amiga me decía que es estar en la misma sintonía, es interesarse enormemente en la otra persona... y sentir que la piel se electriza a su solo contacto, ¡guau!
Otra amiga me dice que piensa que es amor, porque se deja dominar por él, cuando ella antes era la que había dominado a sus demás parejas.

La mayoría me confiesa que solo una o dos veces han experimentado en su vida el amor... bueno, no faltó la amiga que me dijera que... ¡4 veces se había enamorado!
Yo esperaba escuchar características especiales de la otra persona, que hacían despertar el amor. Pero descubrí que la emoción y sensaciones que despiertan en el cuerpo y ser interior, son las señales para que alguien defina una experiencia como amor de otra que no lo es.
Y tiene que ver con que te sientas totalmente cómodo con tu pareja, siendo tú mismo.

¿Sabéis qué? Concluyo que el amor sí existe, pero que es mucho más sencillo, que por querer complicarlo muchos no lo encontramos (me incluyo).
Es una magia, es un hechizo que nos seduce súbitamente como bandidos y nos flecha el corazón irremediablemente...
Son instantes en que nuestro ser y nuestro corazón se funden en un sentimiento de ternura, atracción y armonía con la otra persona, al mismo tiempo.
Pienso que todo el significado del amor no se puede congelar con una palabra, así como la palabra "arcoiris" no puede capturar todo el color y la belleza que contiene...

¿Sabes qué acabo de descubrir? Que sí he experimentado el amor en mi vida, y varias veces...

sábado, 5 de abril de 2014

No soy perfecta.

No soy perfecta, lo sé. Sé que tengo muchas cosas en las que debo mejorar, muchísimas. He cometido muchos fallos que desearía borrar de esta historia. Puede que no sea la persona perfecta, que pierda con facilidad la paciencia o que en días claros se pongan a temblar mis piernas porque no sepa actuar. Quizás la gente vea en mí muchos aspectos que mejorar, metas que emprender y lazos que romper. Mil caminos sé que tengo que reformular, porque no son mis caminos, porque hay destinos que aún debo descubrir. Pues sí, cada vez que me miro al espejo soy más consciente de que cuanto más avanzo, más me queda por aprender; de que cuanto más conozco, más ignorante me vuelvo; de que cuanto más me acerco hacia mis metas, más tengo que forzar la vista para ver hasta dónde debo llegar.
Continuamente busco una excusa, una razón que me impulse a ser mejor.

Disfrutemos la vida.

Muchas veces hemos sentido que la vida no vale la pena vivirla. En un caso extremo, escuché en la radio a una mujer que decía: "No quiero tener hijos porque sólo se viene a este mundo a sufrir. Y quiero ahorrarles ese sufrimiento".
Pero... ¿Realmente la vida es así? ¿O nosotros la hacemos así?

 
Lo que realmente te hace sufrir no es la vida en sí... son tus expectativas respecto a cómo debería ser el mundo o cómo debería actuar tal persona. Por ejemplo, cuando te enfadas con tu pareja porque no llegó a tiempo o no te expresa su amor como a ti te gustaría que lo hiciera. Entonces, lo que te daña no es tu pareja... son tus pensamientos y emociones con respecto a cómo debería actuar tu pareja, de acuerdo a la etiqueta del hombre o mujer perfecto que tienes.


Si sufres porque la vida es cruel... Es porque tienes un concepto equivocado de lo que realmente es. Crees que en la vida todo debería ser felicidad.


Imagínate que piensas que un bosque debe ser con puras rosas, ríos limpios, venados corriendo, un sol reluciente y una suave lluvia. Pero cuando vas a uno... ¡Oh, sorpresa! También hay insectos, serpientes... y la lluvia ¡es un diluvio! Imagínate sufriendo porque lo encontraste así y diciéndote:"No vale la pena estar en un bosque, es horrible: serpientes, bichos, ¡Qué horror!". ¿No tiene sentido, verdad? En el fondo sabes que así es un bosque, no como tú pensabas que era. Lo que puedes hacer es estar alerta contra las serpientes, cubrirte para que la lluvia no te moje y disfrutar las rosas que veas y los venados. Simplemente aceptas la naturaleza como es y no te lamentas. Te adaptas a ella.
En la vida, es igual. Cuando la vemos como un paquete completo, en el que hay amor, muerte, instantes imborrables y fracasos dolorosos, la aceptas como es. A partir de esa aceptación, puedes adaptarte a ella. Pregúntate qué capacidad dormida en ti necesita salir a flote cuando te enfrentes a un nuevo desafío.


Por ejemplo, yo de chica no sabía jugar al balonmano. La necesidad de hacer deporte me hizo aprender. ¡Ahora he llegado a ser portera de balonmano!
Me daba miedo y vergüenza hablar en público. Era muy tímida. La necesidad y las circunstancias me obligaron a hacerlo. ¡Ahora estudio magisterio, soy profesora de baile y he hecho teatro!
Imagínate cuántas capacidades dormidas en mí se han despertado por la necesidad.
Siempre pregúntate: ¿Qué capacidades dormidas en mí tienen que salir a flote con este desafío?


El dolor y las derrotas son una gran oportunidad para replantearnos cómo estamos viviendo la vida.


Te confieso que acostumbro a caminar cerca de los bosques, lejos de la gente, cuando las tormentas de la vida hacen que se me pongan las cosas difíciles. Anclarme dentro del ruido cotidiano cerca de la naturaleza, dándome un breve espacio para reflexionar acerca de mis desafíos actuales y replantearme nuevas metas, ha sido invaluable para mí. Si no, ya me habría vuelto loca. Te recomiendo que hagas lo mismo. Busca un espacio diario para tu reflexión. Todos somos producto de nuestras reacciones ante los retos. Somos hermosas quebradas hechas por las tormentas de la vida.

Acepta tus circunstancias como son y pregúntate: "¿Qué puedo hacer al respecto?". Te sorprenderá, como a mí, lo sencillo que es solucionar un problema, una vez que dejes de pensar en él y te enfoques en resolverlo. Generalmente, las mejores oportunidades de nuestra vida vienen disfrazadas de problemas. No importa cuáles sean éstos, siempre existe una solución.


Así que... ¡¡A disfrutar la vida se ha dicho!!
Suerte.

10 trucos para enamorar a tus alumnos.

El artículo de hoy es uno de esos artículos que se basan más en la experiencia personal que en la teoría. Los trucos de los que os quiero hablar hoy se caracterizan principalmente por su sencillez, ya que todos somos capaces de llevarlos a cabo en nuestras sesiones lectivas.
En la actualidad, hay un término inglés que se ha popularizado enormemente en distintos campos y disciplinas, también en la Educación. Se trata de la palabra engagement. Un término, por otra parte, de no muy fácil definición pero que viene a definir un tipo de relación personal basado en la fidelización, en el compromiso y en la motivación. En mi caso prefiero un término que creo que nos es mucho más cercano a todos. Este término no es otro que enamorar.

¿Qué trucos podemos utilizar para enamorar a nuestros alumnos?

Vaya por delante que la intención de este artículo no es hacer que nuestros alumnos acaben rendidos a nuestros encantos. Nada más lejos de eso. A lo que me refiero con la palabra enamorar, es conseguir conectar con los alumnos, que se alegren de vernos, que esperen con ilusión la clase que les vamos a impartir, que sean capaces de ver en nosotros a un modelo, a alguien cercano. Esto para mí es lo que entiendo por enamorar a los alumnos y estos son algunos de los trucos que creo que pueden funcionar:
1. Entra sonriendo. No digo nada nuevo al afirmar la importancia del lenguaje no verbal a la hora de comunicarse. Personalmente, la entrada en el aula es un momento al que le concedo muchísima importancia, porque en cierta manera puedes adivinar cómo se desarrollará la sesión lectiva. En mi caso siempre intento entrar con una sonrisa. Y entro con una sonrisa porque sé que es contagiosa, porque siempre habrá algún alumno que te devolverá en algún momento esta sonrisa. Con este alumno habrás conseguido conectar muy probablemente hasta el final de la clase. No entiendo el empeño de muchos docentes en entrar con el semblante serio o proyectando cierto enfado. No tengo muy claro que el semblante serio implique mayor control del aula y mayor disciplina. En mi caso, al menos, prefiero enseñar desde la sonrisa. Tiempo habrá si acaso de ponerse serios durante la sesión lectiva.
2. Cuenta una anécdota. No hay mejor forma de conectar con un alumno que contando una anécdota. Una anécdota que puede ser nuestra o de otra persona. Las anécdotas, como las historias, tienen un enorme poder de seducción para los alumnos. Debemos ser capaces de poder usar estas anécdotas de una forma inteligente, ir dosificándolas a lo largo de una clase. Son una excelente forma de captar la atención, de disminuir conductas disruptivas, de encandilar a tus alumnos. Se puede y se debe enseñar contando historias, contando anécdotas. Y tan importante es contarlas como que nuestros alumnos también puedan hacerlo.
3. Finaliza la clase con un vídeo. Este truco no falla nunca. Ya me he referido otras veces a la importancia de diversificar los distintos materiales de que disponemos. Aquellos que contamos en clases con equipos de audio y pantallas digitales o proyectores, conexión a Internet, debemos aprovecharnos al máximo de estos recursos. Poniendo un vídeo al final de la sesión es una excelente forma de decirles a tus alumnos que han hecho un buen trabajo durante la sesión, que estás satisfecho y agradecido por ello, y que quieres recompensar este esfuerzo con un tipo de material que permite la distensión y la relajación. Es un momento para disfrutar con ellos. Yo os recomiendo que sean vídeos que no superen los cinco minutos y que, en la medida de lo posible, guarden relación con el currículo de la Unidad Didáctica que estés impartiendo. También hay que tener muy en cuenta un canal como el de YouTube, muy popular entre los alumnos.
4. Aprende de tus alumnos. No hay mejor manera de enamorar que hacerles ver a tus alumnos que ese día ellos te han enseñado algo. Se trata de un truco muy sencillo, ya que puedes aprovechar las asignaturas que hayan tenido ese mismo día. La propia pizarra tradicional te dará un montón de pistas. Hazte el curioso, y deja que ellos te enseñen algo que saben, algo que para ellos tiene cierto valor y escúchales con atención, de forma activa, asintiendo con la cabeza. Hazles sentir importantes, hazles sentir que ellos también tienen algo que decirte.
5. Da o presta algo que sea tuyo. En el maletín de un docente hay algunas cosas que nunca pueden faltar. Los pañuelos de papel son una de esas cosas. A los alumnos les encanta que les demos o prestemos algo. La acción de coger el maletín y sacar algo de dentro y dárselo al alumno es visto por muchos de ellos como algo muy a valorar. He hablado de pañuelos de papel, pero también puede ser material escolar. En este caso hazles ver que se lo prestas indicándoles que para ti es algo importante, que deben responsabilizarse de este material prestado. En ese momento estarás creando un vínculo entre tú y el alumno, y podrás aprovechar para hablar con él cuando te lo devuelva.
6. Di o haz algo inusual. No, no te estoy pidiendo que hagas el payaso en clase. Para nada. De lo que se trata es de llevar a cabo algunas actuaciones que se salen de lo normal en una clase lectiva. Puede ser un gesto, un movimiento, cantar una canción, recitar un poema, cambiar el tono de voz, andar de puntillas hacia un alumno que está medio dormido... Estas extravagancias tienen un poder tremendamente efectivo, porque descolocan al alumno y al mismo tiempo consigues arrancarle una sonrisa de complicidad. Haz de la sorpresa una de tus mejores armas para enamorar a tus alumnos.
7. Intercambia los papeles. Muchos de vosotros sabéis el poder de atracción que tiene la silla del profesor en el aula. Cuántas veces habremos entrado en el aula y nos habremos encontrado con que hay un alumno sentado en la silla del profesor. Pues bien, a lo largo de la sesión lectiva puede ser un excelente recurso para enamorar a tus alumnos el intercambiarse los papeles. En mi caso me gusta hacerlo cuando estamos repasando algunos conceptos sobre alguno de los valores. Lo que hago es sentarme en la silla de alumno y el alumno en la mía. Lo cierto es que se produce una situación que a los alumnos siempre les choca y os aseguro que, bien gestionada, hace que se produzca un momento de distensión en el aula.
8. Convierte a un alumno en protagonista. No hay nada que nos guste más que sentirnos especiales. Pensad si no en vuestros aniversarios. Creo que no existe mejor manera de conectar con las personas que haciéndoles ver lo importantes que son para ti. Pues bien, os recomiendo que proyectéis esta idea en vuestros alumnos, que hagáis sentirlos especiales, que potenciéis sus cualidades y sus virtudes. Si así lo hacéis, lograréis establecer un vínculo que os beneficiará enormemente, porque la respuesta que tendrá ese alumno será de gratitud. Y la gratitud es una muy buena compañera para enseñar y para aprender.
9. Crea expectativas. Tenemos que ser capaces de vender nuestro producto. Y hacerlo de la mejor manera posible. En el mundo del marketing el mejor producto es aquel que mejor se vende, independientemente de si es mejor o peor. Así que nosotros debemos vender aquello que enseñamos mediante la creación de expectativas. La creación de expectativas son muy útiles al inicio de una sesión lectiva. Una vez entréis en el aula, lo primero que debéis hacer es dar a conocer vuestro producto, lo que enseñaréis. Y hacerles ver que será algo único, especial, diferente, maravilloso, increíble. Estas expectativas serán recogidas por vuestros alumnos y os aseguro que la predisposición para su aprendizaje será mucho mayor.
10. Bromea. En otro momento he afirmado que se puede y se debe aprender jugando. Pues bien, en esta entrada también quiero pensar que se puede y se debe aprender bromeando. Porque cuando bromeamos estamos enseñando a nuestros alumnos que nos podemos reír con la gente y no de la gente. Una broma dicha a tiempo es un arma tremendamente poderosa para establecer un vínculo emocional con tus alumnos. Favorece el lenguaje figurado, rebaja la tensión, crea distensión, sirve para establecer transiciones entre las diversas actuaciones en el aula.

¿Por qué soy animadora SMV?

El otro día me preguntaron por qué hacía lo que hacía, por qué me disfrazaba, por qué iba a convivencias, a reuniones, a quedadas, a los Grupos, a campamentos, etc. si no me pagaban por ello, que si no saco beneficio no tiene sentido asistir a todo esto. No es la primera vez que me hacen esta pregunta.
 
Desde aquí, os explico el por qué:
Primero que los beneficios no tienen por qué ser económicos. No, no me pagan, pero es que tampoco me importa; yo asisto porque quiero, porque me encanta, porque me siento realizada, siento que soy necesaria en alguna parte y ayudo todo lo posible, en todo lo que esté en mi mano. Saco un montón de beneficios de todo ello: saco alegría, saco felicidad, amor, ilusión, amistad, compañerismo, entusiasmo, admiración, desarrollo espiritual y personal...


Yo estoy en la carrera de magisterio de Educación Primaria por algo, porque me gustan los niños, porque adoro trabajar con ellos, porque mi pasión es dedicarme a ellos. Gracias a todas estas reuniones, convivencias y demás me di cuenta del por qué era esta mi pasión y no otra, así que, ¿por qué voy a darle la espalda a mi sueño? ¿Por qué voy a dejar de asistir a ciertas cosas que hacen que me sienta mejor y esté a gusto con mi trabajo? ¿Por qué no voy a ir a lo que me dedicaré en un futuro?

Mi principal objetivo es dedicarme a los niños, e iré a todo lo que tenga que ver con ellos, me paguen o no. No todo es dinero en esta vida; no soy una persona materialista. Saco muchísimo más, son experiencias que me hacen crecer, que me hacen madurar, que me hacen reflexionar sobre puntos que rigen mi vida. Me dedico a ello por voluntad propia, porque me llena de satisfacción ver cómo los niños me dan las gracias por algo que a veces ni sé, cómo me abrazan y me muestran su cariño diciéndome que soy la mejor seño de todas, cómo me dicen que cuando sean mayores quieren ser como yo...

Gracias a estas experiencias he aprendido sobre la vida, sobre ciertos valores que son importantes y otros no tanto, he conocido gente maravillosa y hemos creado lazos indispensables, hemos creado amistad.


¿Entendéis ahora por qué estoy metida en todo lo que puedo, asisto a todas estas cosas y no me importa que no me paguen?

Un buen maestro.

Un buen maestro:
  • Tiene vocación. Motiva y ayuda a sus alumnos para que crezcan personalmente y en el área del conocimiento. Disfruta de su profesión.
  • Es creativo. Tiene ideas innovadoras, le gusta investigar y posee mucha imaginación. Gran contador de historias e improvisador.
  • Es profesional. Se mantiene actualizado, domina su área y es responsable. Respeta a los alumnos y debe ser un ejemplo para ellos.
  • Es afectuoso. Entrega su afecto y cariño y percibe el estado de ánimo de sus alumnos. Deja una huella imborrable.
  • Habla con los ojos. Habla al corazón de los alumnos.
  • Hace viajar a sus alumnos sin salir del lugar.
  • Obserba el mundo con ojos de águila.

Orgullosa de querer ser maestra.

Para los que piensan que ser docente no es una profesión digna, como ser ingeniero, doctor, abogado...

Me preguntaron en la calle: ¿Qué profesión estudia?
Y yo le contesté educación.
Esa persona, mirándome con extraña expresión en su rostro, se rió y dijo en voz baja: "Qué profesión tan fácil, se la pasan jugando con niños".
Yo, con mi cara bien en alto, le dije con firmeza: "Sí... seré docente... no trabajaré en empresas pero sí en un espacio donde promoveré conocimientos en niños y jóvenes; no discriminaré, porque daré amor a todos por igual; no seré jefa, pero tu hijo me verá como una líder y seré su modelo a seguir; no seré psicóloga, pero podré hacer que tu hijo crea en sí mismo; no seré doctora, pero podré diagnosticar carencias en estos jóvenes; no tendré horario de trabajo, pues mientras tú verás televisión y dormirás, algunas estaremos planificando para que tu hijo tenga el mejor aprendizaje; no seré arquitecta para construir edificios, pero sí construiré sueños y valores; no jugaré con los niños, participaré en la construcción de su aprendizaje; no jugaré con plastilina, moldearé sueños.

Que vivan los docentes. Porque para ser profesionales pasaron por las manos de uno de mis compañeros.
Hay que luchar por esta profesión y demostrar con dignidad que somos excelentes profesionales y que para llegar ser ingeniero, abogado, médico, entre otras profesiones, necesitaron de un docente.

viernes, 4 de abril de 2014

¡¡Ser maestra!!

No hace mucho me preguntaron que por qué quería ser maestra, si es una profesión muy mal vista y llena de problemas.
Yo siempre he pensado que, para conseguir algo, hay que desearlo con todas las fuerzas y así lo lograrás. Cuando te paras a pensar sobre por qué quieres lo que quieres, necesitas encontrarle un valor. Y hay situaciones y profesiones que tienen un valor incalculable. Ese es mi caso.

¿Que por qué elegí estudiar magisterio? Muy fácil. De pequeña quería trabajar en algún oficio típico que dicen todas las niñas cuando son pequeñas, entre ellos estaban: veterinaria, por el simple hecho de que adoro a los animales; famosa, porque siempre que veía la tele parecían personas importantes; y profesora.
Y, créanme, una de las mejores decisiones que he tomado en toda mi vida ha sido desear con todas mis fuerzas convertirme en maestra, aunque para ello tengo que superar algún obstáculo más difícil de lo normal.

No voy a decir el mismo motivo que pueden pensar muchos para elegir esta carrera, el típico: "Es que me gustan los niños", no. Ser maestro debe interesarte por muchísimas razones más. Seguro que si vuelves a tu infancia recuerdas a tu profesor de preescolar (infantil), esa persona que trataba genial a toda la clase y te ayudó mucho a la hora de formarte, como también recordarás ese docente que te hizo pasar un año terrible con sus exámenes o porque pensabas que te tenía manía.

Pues bien, todos sabemos que esforzarte día a día para intentar conseguir que una clase de pequeños diablillos se porte bien es muy complicado y estresante. Pero, ponte a pensar: ¿No te gustaría que las personas pudieran recordarte como aquel profesor al que le tienen mucho cariño porque les ayudó cuando eran pequeños? o ¿no serías feliz si ves que has ayudado a la formación de muchísimas personas? Yo sí. Puede haber situaciones que se te vengan encima y te hagan replantearte si realmente estás hecho para enseñar, pero piensa que siempre que ves algo muy gris, puedes encontrar esa chispa de color que haga que sigas adelante; un abrazo, unas palabras se "seño, qué guapa estás hoy", un beso o incluso una sonrisa de un niño deben servirte para hacerte sonreír y pensar: "¡Cómo me gusta ser maestra!".

Quiero ser maestra por vocación. Aunque, a decir verdad, esa vocación lleva algo más consigo, una ilusión, una idea de futuro, incluso una necesidad diría yo. Ilusión por enseñar conocimientos, por participar en el futuro de tu sociedad, para que los niños y niñas, poco a poco, "absorban" educación, crezcan mental y sentimentalmente. Ilusión por ver que influyes en el crecimiento de una persona.

El trabajo de docente, actualmente, está muy desprestigiado. Una maestra es una animadora, educadora, actriz, madre, psicóloga, guía turística, acompañante, traductora, ponente, lingüista, psiquiatra, diseñadora, formadora, escritora, dibujante, gesticuladora y paseante. Pero todo eso es muy largo, así que sólo diremos maestra. Por razones como esta es imposible estar en esta profesión por interés, por las vacaciones, por el dinero o por la supuesta vida cómoda. Todo eso no vale tanto como para aguantar toda una vida haciendo algo que no te guste. Esto tiene que gustar, tiene que nacer de dentro. Y a los que son o seremos maestros de corazón nos molesta mucho que se desprestigie de esa forma la profesión. Hay mucho más detrás de lo que la gente cree.

Desde mi infancia quedé fascinada y atrapada por esta profesión donde el dar y el recibir, ofrecer y presentar, enseñar y aprender, comunicar y transmitir, crecer y progresar, crear y elaborar, escuchar y dar la palabra, acompañar y guiar... se dan en partes iguales, y donde se está continuamente en evolución, enriquecimiento y crecimiento personal si realmente te gusta y disfrutas ejerciéndola.

Quiero ser maestras porque las conversaciones de los niños me parecen el bestseller más interesante del mundo; porque aunque se enfaden entre ellos lo olvidan en menos de cinco minutos; porque siempre te reciben con los brazos abiertos, porque afrontan con ilusión cada nuevo día, algo que, cuando nos hacemos mayores, olvidamos; porque nunca pierden la curiosidad; porque cada paso que dan está ligado a lo que se convertirán mañana; porque me iré a casa con una sonrisa y me recibirán al día siguiente con otra todavía más grande; porque me sorprenderé de lo que pueden llegar a hacer; y, sobre todo, porque cada año que pase tendré la satisfacción de haber dejado huella.

Sé que esta profesión me dará muchas experiencias, buenas y malas, pero tendré que aprender de cada una de ellas, para ser mejor día a día.
Todavía me queda mucho camino por recorrer, pero sé que lograré mi objetivo, pues no deseo otra cosa que convertirme en una buena maestra.

"Educación, qué poquita". Por Eva Hache.

http://smoda.elpais.com/articulos/educacion-que-poquita-por-eva-hache/4653

Cada alumno y alumna tiene un ritmo de aprendizaje que hay que respetar. La escuela debe guiarnos a construir como personas y en el camino del conocimiento y de los valores, así como darnos la libertad y oportunidad de expresarnos sin tener que seguir moldes establecidos, permitiéndonos así sacar lo mejor de nosotros/as.
Os invito a leer este artículo sobre la educación, de la humorística Eva Hache; es distinto a lo que solemos ver y algo más vulgar, pero lo veo cercano, y que te hacer reflexionar, dejando ver una realidad aplastante.

Si nos fijamos, la crítica va dirigida, sobre todo, a esa intencionalidad uniformizada que tiene la escuela, quizás sin querer o queriendo, quizás porque estamos acostumbrados a trabajar siempre de la misma forma. La escuela no puede ser un lugar triste, tampoco la universidad. Los espacios de formación tienen que ser espacio vivos, dinámicos, cambiantes y donde las personas podamos aprender a pensar por nosotros mismos, obviamente con ayuda del docente y de los compañeros.

Es cierto que es algo que podemos ver fácilmente o que lo hemos vivido nosotros mismo, que llegan unos detrás de otros y desde que entra el primero hasta que sale el último todos hacen lo mismo, pero yo pienso una cosa: es cierto que no se presta demasiada atención al niño o niña, que hay que hacer que sean libre, felices, darles amor... cosa con la que estoy totalmente de acuerdo, pero también se critican los libros de texto y los exámenes; pero yo aquí difiero, pues pienso que un libro no es malo, lo podemos coger como una ayuda o guía y, a partir de ahí, utilizar métodos que lo haga más dinámico. Los libros de texto no son los únicos recursos que debemos utilizar, pero tampoco podemos desecharlos y apartarlos totalmente, sino recurrir a ellos cuando sea necesario.

¿Es esto educar?

¿Podemos decir que esto es educar? ¿De qué sirve la enseñanza, si no les enseñamos que luchen por sus ideales?


Esta imagen plantea si realmente, en la escuela, educamos para la homogeneidad mental... o, por el contrario, para la libertad y la creatividad. Por desgracia, estamos más en lo primero, porque también intentamos, como docentes, enseñar como hemos aprendido nosotros, y eso es un elemento que debemos comenzar a cuestionarnos.

La imagen ilustra con claridad que cada vez más las escuelas (y no sólo las escuelas, sino la educación burocrática a la que estamos sometidos) asfixia nuestra creatividad. Hay numerosas investigaciones que señalan que la creatividad decrece con los años de permanencia en el sistema educativo, de manera que la curiosidad, las ganas de innovar y la disposición a equivocarse, con el tiempo, pasan a comportamientos rígidos e inflexibles. Nosotros, como estudiantes, somos conscientes que se nos obliga a amoldarnos a los patrones establecidos, a adoptar una misma manera de pensar y actuar, al fin y al cabo no interesa que la gente piensa, porque si piensas, actúan y te rebelas.
Desde mi punto de vista, si las escuelas cambiasen, nos estimulasen y todos los docentes diesen la oportunidad de reflexionar y de descubrir nuevos conceptos, los resultados, tanto a nivel académico como a nivel personal, serían mucho mejores.

Esta imagen replantea la función del docente, y la diferencia entre enseñar y adoctrinar.
Como futuros docentes, debemos apartar nuestros ideales y creencias en clase, no podemos inculcar nuestros ideales en nuestros alumnos y alumnas, sino darles la base para que cada uno se reinvente y adquiera sus propias ideas o sus propias formas de ser.
Además, debemos respetar la diversidad en el alumnado y la integración de cada uno de ellos, y no tender a homogeneizar a todos los alumnos conforme un modelo estándar. Estamos acostumbrados que si un niño es muy tranquilo es que pasa de todo, y si es muy nervioso es hiperactivo, y lo que debemos hacer es abrir nuestra mente y dejar que cada alumno y alumna se desarrolle de manera que sea él mismo, y no la silueta de un molde preestablecido.