viernes, 29 de abril de 2016

Soy...

Soy una de las personas más orgullosas que puedas conocer, puedo negar lo evidente más de mil veces.
Soy de las que ven una película de amor y se queda llorando hasta pasados los créditos.
De las que cuando están tristes, se pasan la tarde comiendo helado y palomitas... escuchando canciones que sientan peor.
De las que dan doscientas vueltas a la cabeza al irse a la cama y al despertarse no se acuerdan de la mitad.
De las que promete que no volverá a tropezar con la misma piedra pero tiene tentaciones de saber qué pasará.
De las que se propone metas imposibles y no para hasta que le ponen los pies en la tierra.
De las que intenta animar con más de una sonrisa.
De las que escucha música de todo tipo según el estado de ánimo.
De las que no se quedan sentadas llorando porque alguien le haya hecho daño, sino que coge y la devuelve a la primera de cambio.
De las que la lluvia no les amarga el día.
De las que sale bailando por la puerta de casa.
De las que se pasa horas y horas en el teléfono para no decir realmente nada.
De las que cuando se hace una foto se coloca el pelo antes de hacerla.
Y, lo más importante, una persona que ha aprendido a querer de verdad.

viernes, 22 de abril de 2016

Whatsapp, no es tan bueno como parece.

¡¡Qué daño nos está haciendo esta aplicación a la que todo el mundo es adicto!!

Whatsapp es ese incordio (con sus cosas ¿buenas? y malas) que nos ocupa gran parte del día (¡Mentira! ¡Todo el día! Es peor que nuestra sombra).

Hoy en día quien no tiene whatsapp es más raro que un perro verde y es que la aplicación ha revolucionado el mundo. No nos extrañe el día en el que estemos comiendo con nuestra pareja y nos comuniquemos a través de whatsapp en la mesa de un restaurante.

Dentro de lo malo están los grupos de whatsapp, que son aquellos que debes silenciar porque no paran de hablar y hablar y hablar... y lo peor es que no dicen nada importante. De 1196 mensajes en tres horas, sólo han hablado de tonterías, de dibujos animados y de lo que se van a poner mañana. Y lo peor es que no te puedes (o no quieres) salir del grupo.
Tener un grupo es algo así como perder todo contacto humano con el resto de la población. Como te veas inmerso en una conversación de a 5, dejas de hacer caso a todo lo que te rodea, porque claro, o una cosa o la otra, no das para tanto. Y como dejes de mirar el whatsapp dos minutos, te encuentras 531 mensajes de los otros cuatro, entre los cuales seguro que encontrarás 499 "jajajaja". La cosa se complica cuando tienes más de un grupo; y más de un grupo activo a la vez. Yo tengo 26 (y no exagero), así que haceos una idea de la capacidad de concentración o pasotismo que necesito, porque la mayoría de los grupos ni los leo, total para leer "jajajajaja" para qué lo voy a hacer.

No lograré entender por qué siempre debemos acabar las conversaciones con un "ok" (oki, okei y demás variantes) o con un "jajajaja". Pero ese "jajajaja" es más siniestro porque... ¿te estás riendo de lo que ha dicho o te estás riendo de la persona que lo ha dicho?

Y lo de las cadenas, ¿qué me decís de eso? Pero vamos a ver, si no les hacíamos caso cuando teníamos Messenger (¿os acordáis del Messenger, cuando nos pasábamos la vida enviando zumbidos? ¡Qué tiempos aquellos!)

Por si fuera poco, ahora debemos tener cuidado con lo que decimos, ya que la última hora de conexión nos delata; y con el doble check también: esos dos tics azules que pueden estropear cualquier tipo de relación en donde el "no lo he recibido" o el "no lo había visto, perdona" no sirven como excusa, aunque hay gente que la sigue tratando de colar sin entender que el doble check es un ser superior infalible.
De pronto decides borrar la opción de "ver la última hora de conexión" porque no tienes ganas de hablar, o sólo quieres hacerlo con algunas personas o con la familia... o ¡porque no te da la gana que la gente te controle! Pero ahí la cuestión se pone grave... vienen los reclamos, las discusiones sin sentido. No sólo de tu pareja, sino también de amigos: "¿Por qué has quitado la última conexión? ¿Tienes algo que ocultar? ¿Algún problema conmigo?". Y al final, hagas lo que hagas, te sientes controlado, no sólo tu pareja se cree tu dueño, sino que a veces los amigos mismos se portan igual.

Whatsapp domina nuestros días, nuestras noches, nuestros ciclos del sueño... ¿Qué no? ¿Cuántas veces os habéis despertado con un "tinoní" que te avisa de un mensaje a las 5 de la mañana del borracho de turno, cuando tú llevas 6 plácidas horas durmiendo? (Léase también cuando eres tú el borracho y jodes al bello durmiente con un "¿estás despierto?").

Total, que nuestras vidas y confianzas se desquebrajan a veces por tonterías (o por inseguridades, si me pongo en mi rol psicóloga). Malentendidos que pueden ocurrir con cualquier persona que tengas en el listado de amistades, con parejas, exs, amistades y compañeros varios... Y todo por creernos más lo que nos dice una pantallita que una persona, o mejor dicho, porque a veces miramos más a la pantalla que a la persona que tenemos delante.

Planteémonos dejar de mirar el móvil y levantar los ojos a la realidad, aunque sólo sea por un momento. Pensemos en desconectar un poco y atender a esa gente que está delante, planteémonos que no estamos obligados a contestar en el momento inmediato, que quien se lo toma a mal es porque tiene un problema de confianza.
Pero ojo con echar la culpa a whatsapp de todo esto; la tecnologías no hacen nada... que nosotros no queramos hacer.

Yo desconecto un rato. Disculpen si no respondo, pero es que tengo "la manía" de hacerlo sólo cuando quiero.